Resumen
Claro que me gusta ir a la escuela, pensó Elisa mientras miraba por encima de la ventanilla del carro, pero en Morelia, todas las escuelas parecían empeñadas en que los niños entraran a las 7:00 de la mañana.
- ¿Por qué tan temprano?,¿Siempre hay que levantarse así de temprano para ir a la escuela? se preguntó Elisa
Pero lo que más le preocupaba Elisa, no era la hora, sino la entrada a la escuela, era un reto diario, no había ninguna rampa y subir las escaleras era casi imposible. Todo se complicó desde un accidente ocurrido años atrás, su espalda no había quedado bien, claro que podía caminar, pero solo unos cuantos pasos antes de sentirse completamente agotada y, a esa hora de la mañana, tan temprano, no le quedaban ánimos para intentarlo. Por eso usaba una silla de ruedas, aunque subir esos cinco escalones en ella se sentía como escalar una montaña, Elisa los llamaba “los escalones de la muerte”. Su mamá, con mucho esfuerzo, la ayudaba a subir, dando pequeños brincos con la silla que no era precisamente cómoda, lo que le provocaba un agobio mental que parecía no tener fin.
- ¿Será siempre así hasta que termine de estudiar?, se preguntaba.
- ¿Y cuándo será eso? Recordó que varias de sus tías, ya mayorcitas, decían que ellas seguían estudiando.
- ¿Hay algo más después de la universidad?, pensó confundida.
Mientras tanto, debía bajar del carro.
Elisa llegó al salón de clases, donde ya estaban varios niños, eran niños como ella, con características que muchas personas consideran “especiales”, por ejemplo, Ernesto usaba unos lentes enormes que se empañaban todo el tiempo, Manuel tenía unos aparatos detrás de las orejas y siempre los ajustaba para escuchar mejor y Alejandra permanecía en la parte trasera del salón, intentando no sobresaltarse con los ruidos y colores que parecían abrumarla.
Elisa entendía esa sensación: era la misma que sentía cada vez que debía subir las escaleras, y en su cabeza se preguntaba:
- ¿Por qué no hay una solución para esto?, ¿Y si se lo propongo a la maestra? Tal vez podrían hacer algo, porque no era la única con dificultades… y la verdad, ya estaba cansada.
Así que, con un hoyo en la panza —esa sensación de miedo interno que uno siente al intentar cosas nuevas—, Elisa se armó de valor y rodó con su silla de ruedas hasta donde estaba la maestra, siempre le resultaba difícil mirar hacia arriba desde su silla, así que decidió jalarla de la ropa para que ella se inclinara y pudiera hablarle.
- ¡Basta ya! Necesitamos hacer algo aquí Misa Mon… tenemos que encontrar una solución— dijo Elisa con firmeza.
A la maestra todos le decían Miss Mon, porque su nombre completo, Montserrat Aránzazu, era demasiado largo.
- ¿Quién le habría puesto un nombre tan complicado?, pensó Elisa, era mucho más fácil llamarla simplemente Mon.
Miss Mon se sorprendió al escuchar cómo Elisa narraba no solo su propia problemática, sino también la de sus compañeros: Ernesto con sus lentes enormes, Alejandro con los aparatos en los oídos, y Alejandra que siempre parecía abrumada por los ruidos y colores.
- Permíteme… sé que debemos hacer algo, pero no estoy segura de cómo empezar.
- Lo investigaré. respondió la maestra con un gesto decidido.
Un rato después, Miss Mon regresó al salón cargando dos cartulinas inmensas, las colocó frente a la clase y anunció:
- Tenemos que resolver este problema. Vamos a usar una herramienta muy especial llamada la metodología del marco lógico.
- ¿Qué es eso? —preguntó Elisa con curiosidad.
- ¿El marco qué? —preguntaron varios niños a la vez, abriendo los ojos como platos.
- Es una metodología que usan los gobiernos, las organizaciones y las personas que trabajan con recursos públicos para analizar problemas y proponer soluciones —explicó la maestra, hagamos lo mismo aquí.
La maestra colocó las cartulinas frente a la clase, sonrió y anuncio:
- ¡Vamos a dibujar nuestros propios árboles! Primero el árbol triste con los problemas… y luego, el árbol feliz con todas las soluciones.
(Figura 1. Árbol triste. Elaborado por Bryan Enit Morales Castro)
Entonces comenzó a explicar una serie de pasos, mientras dibujaba en las cartulinas dos grandes árboles: uno lleno de problemas y otro lleno de soluciones.
- Comenzaremos con el árbol de problemas dijo Miss Mon con voz firme pero amable.
- Paso 1: Encuentra el problema principal ¿Cuál es el gran problema que queremos resolver? Lo dibujaremos en el tronco del árbol.
- No hay rampas para entrar a la escuela, propuso Miss Mon.
- Paso 2: Busca las causas: ¿Por qué existe ese problema? Las raíces del árbol nos contarán las causas, continuó Miss Mon.
- La escuela no tiene diseño para sillas de ruedas… y la verdad es que los maestros no saben cómo ayudar, dijo Elisa casi sin pensarlo, porque eso lo vivía todos los días.
- Paso 3: Piensa en las consecuencias: ¿Qué pasa si no resolvemos el problema? Esas serán las ramas y hojas del árbol, agregó Miss Mon.
- Algunos niños no pueden entrar, y otros llegan cansados o frustrados, respondió Elisa de inmediato, eso era fácil; lo sentía en carne propia.
- Ahora haremos el árbol de soluciones —anunció Miss Mon con una sonrisa.
(Figura 2. Árbol feliz. Elaborado por Bryan Enit Morales Castro)
- Paso 4: Dibuja el árbol de soluciones: Este será un árbol feliz, lleno de soluciones, En el tronco pondremos el objetivo principal: ¿qué queremos lograr?
- ¡Que todos los niños puedan entrar fácilmente a la escuela! —gritó Ernesto emocionado.
- Paso 5: Piensa en acciones: ¿Qué podemos hacer para lograrlo? Las raíces del árbol mostrarán nuestras acciones, continuo Mis Mon
- Construir rampas, pedir apoyo a la comunidad, recolectar dinero, que el maestro de educación física ayude en lo que construyen las rampas, cambiar los horarios de entrada… dijeron los niños y niñas del salón
- Aquí nos tardamos un poco más porque tuvimos que investigar, pero finalmente logramos completar el paso cinco, pensó Elisa
- Paso 6: Imagina los beneficios: ¿Qué pasará cuando logremos nuestro objetivo? Esos serán los frutos y hojas del árbol, dijo Miss Mon.
- Los niños entrarán felices, nadie se cansará tanto, y la escuela será para todos, respondió Alejandra con una breve sonrisa.
Elisa miro las cartulinas y sintió cómo el hoyo de su panza se llenaba poquito a poquito de ilusión. por primera vez pensó:
- Tal vez sí podamos cambiar las cosas.
A lo lejos, escuchó las voces de sus compañeros:
- ¡Por fin podré ver bien la pizarra sin preocuparme de que se me rompan los lentes!, dijo Ernesto con una sonrisa enorme.
- Podré escuchar todo sin perderme nada —comentó Alejandro, ajustando sus aparatos con entusiasmo.
- Si la maestra hablara más despacio y hubiera menos ruido, podría entender mejor… y ya no me sentiría tan cansada en la cabeza, susurró Alejandra, con un brillo tímido en los ojos.
Entonces suspiro profundo y dijo Elisa con voz firme:
- Yo podré entrar a la escuela sin que mi mamá tenga que hacer malabares con la silla.
Citas
Ortegón, E., Pacheco, J. F., & Prieto, A. (2005). Metodología del marco lógico para la planificación, el seguimiento y la evaluación de proyectos y programas (No. 5607). Naciones Unidas Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) https://repositorio.cepal.org/handle/11362/5607
